“Ese cohete va a Venus… ¡Pues
vamos a escordenus!” Este era el chiste que contaba continuamente el marido de
Mariona y del cual ella estaba harta. Del chiste y del marido.
Cogió un taxi hoy llegaba
tarde a la clínica para personas con deficiencias psíquicas donde trabajaba.
-A la clínica “El Autista
de Hamelín” por favor.
Durante el trayecto
Mariona no podía dejar de pensar lo mucho que había empezado a odiar a su
marido. Es que no era normal que con 45 años se hiciera llamar Dj. Yumaster Traller y su mayor afición
fuese mezclar villancicos en un cassette de doble platina, a lo que el llama
Villancico-Rap. Es vergonzoso. En la clínica tenia pacientes, que por menos de
eso, necesitaban medicación.
Cuando se casó con el lo veía
como un niño grande, un espíritu libre, una persona alegre y sin complejos. Aunque
sus padres lo veían mas como un gilipollas. Y no les faltaba razón.
Mariona intenta evadirse
escuchando el programa de radio que tiene sintonizado el taxista y mirando a
través de la ventana. Ver los balcones decorados con adornos de navidad, le
vuelve a recordar a su patético marido en la cena de Noche Buena del año pasado
en casa de los padres de Mariona. Delante de toda la familia, se emborrachó con
cuatro chupitos de licor de melocotón sin alcohol, se metió en la habitación de
matrimonio y salió vestido con ropa de la difunta madre de Mariona, bailando
reguetón. Al grito de “¡Miradme, soy la Señora Socorro y he resucitado
pa’ mover to’ el potorro!”.
De repente Mariona
escucha en la radio una voz familiar. No se lo podía creer.
-Hola soy Dj. Yumaster
Traller y me gustaría cantar, lo que yo llamo un “Villancico-Rap” dedicado a mi mujer Mariona Ruiz Tena.
Se escuchan risas de los
locutores. Mariona se quiere morir de la vergüenza.
- De acuerdo Yumaster- dice
el locutor mientras se aguanta la risa.
-Yeah, Yeah. Ande, ande,
ande Mariona Ruiz Tena.
Ande, ande, ande que mi mujer esta to’ buena.
Ande, ande, ande Yo a mi mujer Mariona la amo.
Ande, ande, ande y Chocho-Burguer es como la
llamo.
…
-Uff, menudo imbécil!-
Dice el taxista sintiendo vergüenza ajena- Ya hemos llegado señora, son diez
con cincuenta… ¿señora?.
Mariona, boquiabierta, en
estado de shock y con la mirada perdida. Solo puede escuchar la radio.
En ese momento brota una
lagrima del ojo de Mariona que recorre su cara hasta la barbilla donde se
descuelga simulando el suicidio de su alma.
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